Pensaba en la mente y la fe, puse la pava y cebé. Se sentó mamá y hablé de la vida y sus certezas, se sentó papá y traté de escarbar en su cabeza, me abrumé con infinitos, me comí unos bizcochitos, me quedé solita y pensando en la muerte, y ahora sé, que después de cuatro pavas voy a mear para siempre. Me iluminé.
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